Buenos días. En Santiago de los Caballeros se registró ayer el primer caso preocupante de violencia escolar en lo poco que va del año lectivo. La riña entre dos niños de nueve y ocho años de edad dejó como saldo las heridas recibidas por uno de ellos, tras ser atacado con una triguera por su agresor. El fatídico escenario fue la escuela Telésforo Reynoso, ubicada en el sector La Joya de la Ciudad Corazón. En lo inmediato, las autoridades anunciaron la intervención del recinto para asistencia psicológica e inicio de las investigaciones pertinentes. El proceder del Ministerio de Educación es plausible, pero no puede derivar en una simple reacción como si se tratara de un caso aislado. No es un secreto que las aulas se han convertido en escenarios donde convergen no solo conductas violentas, sino que cobran vida acciones aborrecibles como el consumo de sustancias alucinógenas, abusos y acosos sexuales, el uso de jucas y la penetración de objetos cortantes, además feos espectáculos protagonizados por alumnos, que se traducen en imágenes grabadas y difundidas fuera del ámbito escolar. El lamentable contexto deja al descubierto que nos encontramos ante una realidad que sobrepasa lo fortuito y que definitivamente demanda soluciones estructurales en las que, por obligación, deben involucrarse familia, sociedad y autoridad. No hay que olvidar que el pilar fundamental de la educación no es otro que la familia y que lo que ocurre en el ámbito de un hogar disfuncional, abundantes en nuestro país, inevitablemente se reproduce en las aulas. Por eso no bastará nunca una simple reacción ante la ocurrencia de actos que no se supone deban ocurrir en los centros educativos.