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Reforma Constitucional… Razonando

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La reforma constitucional del presidente Abinader.
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Razonando

Alejandro Espinal

Por Alejandro Espinal

El presidente de la República Dominicana, Luis Abinader, enumeró el lunes pasado los cuatro ejes centrales en que consistiría su propuesta para reformar la carta magna de la nación.

Estos ejes son:

1. Establecer el llamado candado para que un presidente, después de reelegirse, no pueda modificar la Constitución para volver a aspirar a una segunda reelección.

2. Escoger al procurador de la República por vía del Consejo de la Magistratura en base al candidato que proponga el presidente de turno.

3. Unificación de las elecciones municipales y congresuales con la presidencial.

4. Reducción de la matrícula de la Cámara de Diputados de 190 a 137 miembros, es decir, 53 menos, lo que ahorraría por cada legislatura cerca de mil millones de pesos por el cuatrienio. Hay que seguir bajando la cantidad.

En mi opinión, esos cuatro puntos pueden reducirse a los dos últimos, que son un clamor para que no se malgaste tanto dinero de un país pobre en elecciones separadas, en las que al final se imponen los candidatos de los que tienen el dinero o el poder.

Para apoyar la reducción del número de diputados, se puede hacer una penitencia al Santo Cerro o a la Basílica de Nuestra Señora de la Altagracia en Higüey para que se apruebe o se reduzcan a menos de la mitad los miembros de la llamada Cámara Baja.

Un derroche de dinero que estruja en la cara la pobreza y la carencia de medicinas y alimentos de este noble pueblo.

El llamado candado para que no se modifique la Constitución no es necesario porque en la actual está claro eso.

La forma de elegir al procurador general de la República Dominicana no requiere nada especial. Tal parece un ensayo de «popis».

En las declaraciones del presidente en la Semanal, hay algo que no me cuadra: su anuncio de que se reunirá con los legisladores electos y los que repiten de su partido (que son la mayoría), para que en la presentación de la indicada reforma no hablen ni media palabra, ni pongan ni quiten una coma.

Con esto, el mandatario quiere mandar una señal de que todo se hará de acuerdo a su santa voluntad, a la vez que suplanta las funciones del primer poder del Estado.

Él sabrá los borregos que tiene.

Así se inician las dictaduras, aunque estén disfrazadas de «ángeles guardianes».

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