Buenios días. La prensa recoge en titulares que el presidente Abinader depositará hoy lunes el proyecto de reforma constitucional en el Congreso Nacional. Y algunos de los diarios dan cuenta de que amas de casa y consumidores se quejan del aumento registrado en la libra de carne de pollo, un alimento sensible en la dieta de los hogares populares. La queja se extiende hasta productos elementales de la canasta básica familiar, como el arroz, las habichuelas, el aceite, entre otros, que se denuncia han experimentado un preocupante encarecimiento en los últimos días. Lo peor de todo es que nadie explica las razones de los aumentos, lo que deja suficiente brecha para inquietudes y sospechas. El panorama hace interesante que aprovechemos el sometimiento de la reforma a la Constitucion para animar al presidente Abinader a contemplar, en sus otras reformas, un necesario análisis del comportamiento del mercado interno en República Dominicana. Es probable que ciertas prácticas agiotistas de comerciantes incidan en el aumento de precios, pero no es ahí donde radica lo básico del problema. Ocurre que ese mercado interno no está regido por la ley de oferta y demanda, ni por prácticas legalmente permitidas, sino que es controlado, manipulado, por carteles intocables que se reparten el negocio, finjan precios, imponen barreras, provocan alzas y generan distorsiones de las que solo se benefician ellos, mientras el consumidor padece las consecuencias. Son esos carteles quienes imponen las reglas que operan en el mercado interno y si no se aplican correctivos, verdaderos controles oficiales que garanticen la real competencia, entonces el pueblo dominicano seguirá siendo víctima de sus abusos. Por eso nos parece apropiado que las reformas tomen en cuenta este provocado problema.