Buenos días. En solo una semana tuve la desagradable oportunidad de escuchar senda denuncias de dos figuras respetables de nuestro país, respecto al rechazo de niños haitianos que, en las aulas, se burlan de nuestros símbolos patrios. En efecto, el doctor Wilson Gómez Ramírez, Presidente del Instituto Duartiano, se refería el pasado 21 de noviembre, en el contexto de una conferencia que dictara en Santiago de los Caballeros acerca de la migración haitiana y los medios de comunicación, a que maestros le confiesan que los niños haitianos “persisten en no rendir tributo a la Patria y cuando se toca el Himno Nacional, suben o bajan la bandera, se hacen los desentendidos”. Y lo grave es que, según afirmara, “cuando llevan un libro o un cuaderno que tiene la efigie de Duarte, los niños contemplan cómo los padres destruyen eso”. Gómez Ramírez aseguró que en las escuelas nuestras se verifica la inquietante realidad de que, entre el 40 y 50 por ciento de los alumnos provienen de familias irregulares desde el punto de vista migratorio de República Dominicana. De su lado, el ex general Damián Arias, en una comparecencia en un programa de televisión, ofrecía el testimonio de que personalmente ha constatado que los niños haitianos niegan el saludo y el respeto a nuestros símbolos patrios. Ambas denuncias encierran un problema que, en las esferas oficiales, al parecer no tiene ninguna importancia. Es perturbador no conocer por qué la actitud de los niños haitianos en cuanto a irrespetar nuestra bandera e himno. ¿Se tratará de una conducta inculcada por sus padres? De ser así, ¿qué intenciones se ocultan y por qué se permite semejante conducta en nuestro territorio? Es a todas luces inaudito que las autoridades no confieran importancia alguna a una manifestación de rebeldía y odio, irreverentemente osada y definitivamnte perniciosa. ¿Qué se espera para actuar?