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Mojiganguiando el sábado… El perro, amigo y servidor del hombre

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Mojiganguiando el sábado

Alejandro Espinal

Por Alejandro Espinal

Muchos de los miembros del reino animal sirven al hombre en sus tareas diarias, pero como el perro, ninguno. No obstante, la cantidad de razas que distinguen a estos cuadrúpedos, todos se pueden considerar el mejor amigo del hombre.

La Federación Cinológica Internacional reconoce 349 razas de perros, cada una con la propiedad de distintos países.

Al abogado George Graham Vest se le reconoce la autoría de la expresión de que «El perro es el mejor amigo del hombre», cuando postulaba en el juicio en Misuri, Estados Unidos, cuando actuaba en la corte en contra de un vecino de un agricultor en un juicio por el asesinato de un perro Drum en el año 1871.

Los canes, además de ser fieles amigos y acompañantes del hombre, son su mejor herramienta para una serie de funciones, como rescate en catástrofes tanto de explosiones, fenómenos naturales, como ciclones y terremotos.

Sirven como soporte emocional a personas que viven solas o que han perdido un ser querido. También ayudan al desarrollo de los niños autistas.

Participan ayudando a los cazadores, al pastoreo, a tirar de cargas. Además, brindan protección y compañía. Así como ayudan en la terapia a personas discapacitadas, como a no videntes que acompañan como guías.

En otro aspecto muy peligroso, participan con la policía y el ejército para detectar bombas, explosivos y drogas.

+ Expresiones feas en contra de los perros:

– El perro es perro.

– Jarto como un perro.

– Borracho como un perro.

– Este tipo come más que un perro.

Ya pueden ver que el perro es más de lo que uno se puede imaginar.

+ Frases que para toda la vida.

– El que me engaña una vez, sinvergüenza es; si me engaña dos, sinvergüenza yo.

– El ojo del amo engorda al caballo.

+ Mañana es domingo primero lo que significa que en diciembre habrá un viernes 13, día de supersticiones.

+ Cuentecito (muy corto).

Un señor campesino se le acerca a otro en el pueblo con un saco en la mano y le dice: «Señor, le vendo un pavo». El pueblerino le contesta rápidamente: «Y para qué quiero yo un pavo vendao».

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