Buenos días. La Iglesia Católica fustiga lo que califica como “ingratitud de los políticos” ante la figura de Juan Pablo Duarte, el forjador de nuestra nacionalidad. En ese contexto pide a los dominicanos imitar el ejemplo del ilustre patricio, quien de manera desinteresada se entregó a la tarea de legarnos un territorio libre, impediente y soberano. La Arquidiócesis de Santiago aprovecha la conmemoración del 212 aniversario del nacimiento de Duarte y, por vía de su semanario Camino, exhorta a hacer una parada con la finalidad de analizar “cuán cerca estamos de su obra marcada por la entrega desinteresada en bien de la Patria”. Confiesa que “al observar la actuación de una parte de la clase política nos damos cuenta del alto grado de ingratitud que muestran hacia el forjador de nuestra nacionalidad, ya que con sus labios alaban su proceder y hasta flores llevan a su tumba, proclamando loas a su nombre, pero sus ejecutorias son una negación tajante al pensamiento duartiano”. Se trata de críticas no solo plausibles por reales y justificadas, sino propicias para profundizar un poco más. En honor a la verdad, la ingratitud va mucho más lejos. En vez de imitar el sacrificio que Duarte asumió para financiar con dinero de su familia la tarea libertaria, los políticos de hoy sacrifican al pais extrayéndoles privilegios irritantes. En vez de honrar el pensamiento del ideólogo de nuestra soberanía nacional, muchos políticos hoy juegan el papel de escorias pagadas por quienes se empecinan en fusionar la isla. Esos mismos políticos criollos actúan como quinta columna al servicio de intereses foráneos, al grado de comprometer la soberanía e independencia a través de componendas de traición. Son los que abren las puertas y se doblegan ante nuevos modelos de intervencionismo en perjuicio de la Patria. ¿O acaso no es así?
