Buenos días. A raíz de lo publicado respecto a que los niños haitianos, que estudian en nuestras escuelas, irrespetan olímpicamente los símbolos patrios dominicanos, he recibido reacciones de personas indignadas que consideran como «permisividad insolente» lo que practican las autoridades ante semejante proceder. Me han hecho saber por vía de mensajes privados la indignación que sienten ante lo denunciado y, peor, condenan que eso se permita bajo las narices de las autoridades criollas. No pocos se preguntan a qué obedece que directores escolares y profesores, pasivamente permitan semejantes actos de irreverencia ante nuestro himno nacional y la bandera. Preocupa sobremanera que, entre esas personas, los hay profesores que confirman la denuncia y revelan que semejante comportamiento por parte de los alumnos de origen haitiano, se repite en todos los centros escolares públicos y que lo más condenable y grave, es que, para la comunidad educativa, “eso ya es normal”. Parecería que los funcionarios escolares no sienten ningún interés por indagar las razones que llevan a esos niños a comportarse de manera irrespetuosa ante nuestros símbolos patrios. Parecería que en ese entorno a nadie importa que pudiéramos estar frente a una conducta ensayada, decidida, inculcada y conectada a objetivos superiores que resulten perniciosos para la integridad y seguridad de los dominicanos. La indiferencia oficial ante ese aborrecible cuadro no solo molesta, sino que nos coloca en libertad en forjarnos dudas y cuestionamientos, que muy probablemente estén conectados a dictados y propósitos de intereses de aquí de allá. Sea cual sea la razón de la indiferencia que se practica ante lo expuesto, los dominicanos debemos exigir que, por la vía que fuere necesaria, se prohíba en nuestras escuelas semejante agresión.
