Inicio Opinión Deuda con suplidores de insumos

Deuda con suplidores de insumos

1
0
Paíno Abreu Collado
Spread the love

Anécdotas del Banco Agrícola (2)

Por Paino Abreu Collado

(Especial para De Ahora)

En la anécdota número uno explicamos las dificultades que tuvimos para pagar la nómina del personal en el mes de agosto del año 1996 cuando llegamos por primera vez a la Administración General del Banco Agrícola. Otro grave problema a enfrentar en ese momento consistió en una cuenta por pagar de 66 millones de pesos a suplidores de insumos de producción, maquinarias, equipos y materiales.  La realidad era que si no había para pagar al personal de la institución,  mucho menos a los suplidores.

¿Por qué razón el Banco Agrícola adeudaba dinero a casas comerciales? Muy sencillo. Una de las razones era la falta de liquidez de la institución y otra, muy importante, es que en la mayoría de los casos “las cartas órdenes” era uno de los mecanismos de corrupción que se había instaurado para el cobro de comisiones.  Comisiones que obviamente encarecían el crédito a los prestatarios  por cuanto éstos tenían que adquirir insumos y equipos probablemente inflados de precio, para que  los vendedores pudieran compensar su valor real.

Los desembolsos del Bagrícola por aquellos tiempos no se hacían en dinero líquido sino con ese instrumento financiero llamado “Carta Orden”, que se traducía en una autorización para retirar fertilizantes, plaguicidas o materiales y equipos agrícolas de casas suplidoras que al recibirla como buena y válida emitían una cuenta por cobrar a 30, 60 o 90 días.

El rumor generalizado era que para cobrar las “cartas órdenes” muchas casas comerciales estaban dispuestas a pagar comisiones de al menos un 20 por ciento de su valor.  No obstante, en 1996 cuando el cambio de gobierno se aproximaba, el miedo a perderlo todo se apoderó de algunos acreedores y a nuestra llegada al Bagrícola se decía que dichos documentos se estaban negociando con 40 y hasta con un 50 por ciento menos de su valor.

Como quiera que sea la presión sobre la institución y sus nuevas autoridades era insoportable.  Y fue así que ideamos un plan para saldar la deuda y continuar con una política financiera que si bien no era la mejor, al menos era la única posible por el momento.   ¿En qué consistió el plan?.

Todos los acreedores fueron convocados a la sede central del Banco Agrícola. Reunidos allí, en el salón de conferencias, el Administrador General explicó los rumores que se escuchaban respecto a las acreencias conocidas como “cartas órdenes” y les propuso pagarlas con un descuento institucional aplicado a la deuda de un 20 por ciento del valor total, en cuotas iguales mensuales y en un plazo de 6 meses.  Al mismo tiempo, el Bagrícola asumía el compromiso de pagar las nuevas cartas órdenes emitidas en el plazo consignado en el documento.  La propuesta fue aceptada a unanimidad, el acuerdo fue cumplido al pie de la letra y durante nuestra presencia en el Banco Agrícola casos como ese no se volvieron a repetir.

No busco dar lecciones de moralidad, pero relato el caso porque con el mismo quedó demostrado, 29 años atrás, cuando todavía no existía el Departamento de Prevención de la Corrupción (DEPRECO), creado por decreto en julio de 1997, ni  la  Comisión de Ética Pública que nació también por decreto en 1998 y mucho menos el andamiaje legal anticorrupción que vino después (Leyes 120-01, 10-04, 200-04, 448-06, 340-06, 10-07, 41-08, 133-11, 1-12, 107-13, 172-13, 311-14, 155-17), incluyendo la Constitución de 2010, que por lo visto y los hechos ocurridos posteriormente, no han bastado para detener a los depredadores del Estado, que en el ejercicio de funciones públicas, si se quiere ser transparente, se puede.