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Abinader y la estrategia Venezuela: distraer de la crisis interna

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Presidente Luis Abinader
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Desde su ascenso al poder, el presidente Luis Abinader ha demostrado una habilidad particular para desviar la atención pública de los temas más críticos del país, imponiendo una agenda mediática que controla a su favor. En el inicio de su segundo mandato, Abinader ha introducido el tema de las elecciones en Venezuela, una maniobra que, aunque parece diseñada para distraer de los problemas domésticos, podría estar llevándolo a un callejón sin salida político y diplomático.

Luis Abinader asumió la presidencia en 2020 con la promesa de ser un cambio frente a las gestiones anteriores, pero luego de más de 40 mil millones de dólares en préstamos cuyo destino no está claro, los logros a mostrar son mínimos. El inicio de su segundo mandato pareció una continuación del anterior. Muchos de los principales funcionarios fueron simplemente reubicados, dando la impresión de que los cambios eran meramente cosméticos. Sin embargo, lo que ha permanecido constante son los problemas fundamentales que afectan al país: la crisis energética, el alza en el costo de la vida, la devaluación del peso frente al dólar, y una inseguridad creciente que se entrelaza con el tema de la inmigración.

La República Dominicana enfrenta una «invasión pacífica» de inmigrantes indocumentados, principalmente haitianos, que según algunos críticos, impactan directamente en el presupuesto de salud y educación sin contribuir con impuestos. Un informe reciente revela que mientras más de 140,000 niños dominicanos perderán el año escolar debido a falta de recursos, los niños nacidos de madres indocumentadas haitianas están ocupando plazas en las aulas públicas. Este hecho ha avivado el debate sobre la soberanía nacional y el manejo de la política migratoria.

Estos son problemas que afectan directamente al dominicano de a pie, y que deberían estar en el centro de la discusión política. Sin embargo, cada vez que la presión sobre estos temas aumenta, Abinader parece encontrar un nuevo «tema estrella» para dirigir la atención mediática hacia otros asuntos.

La Técnica de la Aplanadora Mediática

Desde que asumió el poder, el presidente Abinader ha recurrido repetidamente a lo que podría llamarse una “aplanadora mediática”. Cuando la crítica sobre su gestión crece, o cuando los problemas del país alcanzan un nivel crítico, su gobierno introduce un tema que satura las primeras planas y redes sociales, minimizando las discusiones sobre los asuntos más urgentes.

Un ejemplo reciente fue la discusión en torno a la reforma constitucional, en la que Abinader propuso cambios sin un respaldo popular mayoritario, logrando desviar la atención de la inflación y la crisis energética que afecta al país. Similarmente, ha utilizado logros deportivos, como el triunfo de Marileidy Paulino, para resaltar un orgullo nacional que sirve de pantalla para el desamparo en que se encuentran los atletas por la falta de apoyo estatal.

Ahora, el presidente ha escogido un nuevo blanco de distracción: la situación política en Venezuela.

El Debate sobre Venezuela: Una Distracción Peligrosa

En una jugada estratégica, Abinader criticó abiertamente el régimen venezolano y la legitimidad de sus elecciones, buscando posicionarse como defensor de la democracia en la región. Sin embargo, detrás de este aparente interés internacional, es evidente que la verdadera intención es desviar la atención de los problemas internos que acorralan a su administración.

La República Dominicana está enfrentando una crisis económica sin precedentes, con una inflación que sigue aumentando, apagones que afectan la vida diaria de millones de personas, y una inseguridad creciente. Estos son temas que demandan soluciones urgentes y que, hasta ahora, el gobierno no ha sabido resolver. La presión pública y mediática sobre estos asuntos no ha dejado de aumentar, y el presidente necesita una vía de escape.

Es en este contexto que la situación en Venezuela aparece como la excusa perfecta. Al dirigir la atención hacia los problemas de un país extranjero, Abinader busca alejar las miradas de su propio gobierno y generar una narrativa que lo presente como un líder preocupado por la estabilidad democrática en la región. No obstante, el debate sobre Venezuela podría volverse una espada de doble filo.

Un Callejón sin Salida

Aunque temporalmente efectiva, esta estrategia de distracción tiene serias limitaciones. En primer lugar, está la cuestión de las repercusiones diplomáticas. Venezuela, a pesar de su situación interna, sigue siendo un actor importante en la región, y abrir un conflicto con su gobierno podría complicar las relaciones bilaterales. Las consecuencias de esto, especialmente en términos comerciales y diplomáticos, podrían volverse insostenibles para la República Dominicana.

Por otro lado, está la creciente desconfianza dentro del país. Los dominicanos no son ajenos a las tácticas de desvío de Abinader, y muchos ya ven esta maniobra como un intento desesperado por evitar hablar de los problemas que realmente afectan al país. La realidad es que los apagones continúan, los precios de los alimentos siguen subiendo, y la inseguridad es una constante preocupación para la población.

Además, la situación migratoria agrava el panorama. Mientras más de 140,000 niños dominicanos corren el riesgo de perder el año escolar por falta de recursos y planificación, un número creciente de niños haitianos indocumentados ocupa las aulas del sistema educativo. Este desequilibrio es un claro ejemplo de la mala gestión gubernamental, y ningún debate sobre Venezuela logrará ocultarlo indefinidamente.

Luis Abinader ha demostrado ser un maestro en el manejo de la agenda mediática, utilizando la técnica de imponer temas internacionales, como el caso de Venezuela, para desviar la atención de los problemas internos. Sin embargo, esta estrategia tiene un límite. Los problemas domésticos no desaparecerán con un simple cambio de foco, y la población dominicana eventualmente exigirá soluciones reales a los desafíos que enfrenta el país.

El presidente se encuentra ahora en un callejón sin salida. Al enfocarse en Venezuela, ha logrado, momentáneamente, desviar la atención de los temas cruciales que afectan al país, pero esta táctica no podrá sostenerse por mucho tiempo. Si no se abordan de manera urgente y efectiva los problemas económicos, de seguridad y migración, la estrategia de distracción mediática de Abinader podría volverse en su contra, dejándolo vulnerable ante la crítica pública y sus adversarios políticos.

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