Buenos días. En las últimas horas se han producido señales prometedoras que empujan hacia una obligada etapa cargada de expectativas y cambios internos en el Partido de la Liberación Dominicana. Primero, la renuncia del actual senador de Barahona José del Castillo como miembro del Comité Político, para facilitar “la renovación” de la organización, y más luego el importante anuncio del presidente y el secretario general, Danilo Medina y Charlie Mariotti, respectivamente, respecto a que no se presentarán para seguir a la cabeza de la organización partidaria. La actitud de los tres, que debiera ser imitada por otros, es buena para lo que irreversible tiene que ocurrir en un PLD golpeado por sus propios escarceos y por el castigo de un pueblo que fuera su aliado tras 20 años de ejercicio gubernamental. La combinación de la división de 2019, que le arrastró a su primera derrota electoral de 2020, y la posterior etapa de encarte judicial de ex funcionarios de los gobiernos danilistas, entre estos altos dirigentes morados, además de la escogencia de un candidato presidencial que no logró movilizar a su propia organización y menos calar en el gusto y aceptación de las masas, marcaron el destino de lo que ocurriría en febrero y mayo de este año. El PLD está en alto riesgo de una nueva división e, incluso, de su desaparición, lo que le obliga a volver al laboratorio, a realizar una evaluación crítica y sincera de su preocupante realidad, a descubrir y asimilar sus fortalezas y debilidades, a analizarse con un nivel de criticidad que le asegure levantar un diagnóstico objetivo, que no solo desnude su estado actual, sino que le permita identificar las acciones a emprender para su renovación, recuperación y reconexión con la gente. Volveremos…
