Buenos días. Uno de los diarios nuestros nos comparte este miércoles la información de que el 70 por ciento del dinero que los dominicanos pagamos para mantener el súper numerario Congreso Nacional que nos gastamos, escandalosa e irresponsablemente es derrochado en dietas, sueldos, cofrecito y otros privilegios. Eso explica el por qué en los primeros cinco meses de este año por ese concepto fueron consumidos 2 mil millones 300 mil pesos. Y lo peor es que del monto indicado la mayor parte lo destinaron a remuneraciones, gastos de representación, dietas, gratificaciones y bonificaciones, entre otros. Agréguese el llamado fondo de asistencia social o barrilito, que descaradamente se traga alrededor 253 millones de pesos al año. ¡Y mientras tanto prevalece la falta de respuestas a viejas necesidades y sentidas carencias de un pueblo que carga sobre sus hombros estos privilegios, sinónimos de abusos legalizados! La aborrecible práctica nos coloca de frente a una de las versiones más descarada de la complicidad y charlatanería política que, a la vez, da pie a preguntarnos si acaso vale la pena aprobar una reforma fiscal sin antes atreverse la democracia misma y su desacreditado sistema de partidos políticos, a corregir distorsiones y desvergüenzas como las expuestas, que en definitiva no ofrecen garantías de que las nuevas recaudaciones protejan o sirvan para auxiliar al jodido.
