Buenos días. Una reforma fiscal conlleva sacrificios y no puede haber dudas de que estos tienen que ser asumidos por quienes más pueden. La reforma que promueve el Gobierno tiene que encarar lo relativo a las políticas tributarias y al gasto público. Y en ese contexto, es ineludible una revisión profunda a más de 30 leyes vigentes que otorgan exenciones y privilegios a sectores de la economía, a legisladores, jueces y funcionarios. Incluso, algunas empresas fantasmas, otras que no hacen uso apropiado de esos privilegios y algunas que ni siquiera están en operación, al día de hoy son favorecidas con sonantes exenciones y otros beneficios del Estado. Las exenciones indiscriminadas privan al país de cientos de miles de millones de pesos, lo que es irritante e insostenible. Otra importante fuente de ingresos lo representa la evasión fiscal, que se estima en un 45% por el lado del ITBIS y en un 60% respecto al Impuesto sobre la renta. Súmese los famosos Barrilito y el Cofrecito, así como el altisonante gasto oficial en publicidad. De manera que en vez de cargar a la gente de a pies con más impuestos y limitaciones en su calidad de vida, una reforma fiscal debe focalizar una lista de los 25 o 30 productos básicos de consumo generalizado y protegerlos para que no alteren sus precios. Volveremos…
