Buenos días. El asesinato de tres mujeres en lo que va del mes de junio confirma que la violencia contra las féminas constituye una calamidad en República Dominicana. La conducta violenta y criminal que adopta el macho para dirimir diferencias con sus parejas o ex parejas, se nos ha convertido en una de las peores pesadillas de todos los tiempos, con el agravante de que tras de sí queda una aborrecible secuela de luto y dolor que se traduce en fatales huellas para la familia dominicana. El nuestro es el tercer país de la región con la tasa más alta de feminicidios, según lo revela la CEPAL, lo que exige hacer una apuesta seria a favor de la vida y en contra de la cultura de muerte que la intolerancia machista nos impone. El Estado, la sociedad, la familia, están en la obligación de evaluar con criticidad lo que se ha hecho hasta ahora; tienen que analizar por qué las fallas y asumir una autentica y funcional política que cambie el ambiente de violencia y agresiones contra la mujer. La tarea es apremiante para evitar que se siga agrediendo y quitando la vida a nuestras mujeres.