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Lo feo de ganar una batalla pirrica… Mojiganguiando el sábado

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Mojiganguiando el sábado.
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Mojiganguiando el sábado

Alejandro Espinal

Por Alejandro Espinal F.

La expresión “ganar una batalla pírrica” tiene su origen a principios del siglo III a. C.

El rey Pirro de Epiro, general griego que derrotó a los romanos en la batalla de Heraclea (280 a. C.), perdió tantos soldados en su victoria que exclamó:

“Otra victoria como esta, y estaré perdido.”

En buen dominicano, esto equivale a decir “salió más cara la sal que el chivo”.
Porque, aunque ganó, perdió a la mayoría de sus soldados experimentados, imposibles de reemplazar fácilmente.
Es como dicen los fanáticos del boxeo: a veces se pierde ganando.

Un ejemplo moderno sería ganar un pleito en los tribunales gastando más en abogados de lo que valía el reclamo.
De ahí la vieja frase: “más vale un mal arreglo que un buen pleito.”

También en el béisbol puede verse una “victoria pírrica”: cuando un equipo gana un juego sin importancia, pero pierde a sus mejores lanzadores por lesión o cansancio.

La palabra pírrica proviene del nombre Pirro de Epiro.

En el griego antiguo, al convertir nombres propios en adjetivos, se añadía un sufijo que en español se transformó en -ikos o -ica.

La flor más popular y más vendida

Indiscutiblemente, la rosa es la reina de las flores.
Las rosas rojas son las más preferidas porque simbolizan el amor y la pasión.
Durante el Día de San Valentín, son las más vendidas en todo el mundo.

Cambio de hora en Estados Unidos

Mañana casi todos los estados de Estados Unidos cambiarán la hora de verano por la de invierno.
A las dos de la mañana, los relojes deberán atrasarse una hora.

La hora de verano regresará el 8 de marzo de 2026, cuando nuevamente se adelantará una hora.

Cuentecito:

ingenuidad campesina

Una joven lavaba ropa en el río —en los tiempos sin lavadora— cuando fue sorprendida por un hombre que la sacó del agua con intención de violarla.

Ante el oficial, la muchacha narró los hechos:

“Él me agarró por detrás, me sacó del río, me tiró en la arena, me levantó la falda y se me subió arriba…”

El oficial le pregunta:

“¿Y qué hizo usted entonces?”

A lo que la joven, con total inocencia, respondió:

“¡A Dios, señoi, meniarme, meniarme!”