Buenos días. La formulación del presidente Luís Abinader de que reforzará el combate a la corrupción en su segundo mandato, es aprovechable para colocar en la mesa algunas inquietudes importantes. Por ejemplo, lo que pasa en las cárceles dominicanas no puede seguir tratándose con operativos, anuncios que no se cumplen, mucho menos con remedios de ocasión que apagan el fuego por un tiempo, pero las llamas vuelven a brotar con fuerza. Y en ese contacto no espera más el deprimente cuadro que impera en La Victoria donde reina una suerte de peste corrupta que controla dicho centro penitenciario. Solo hay que partir con determinación de las denuncias reiteradas hechas por Roberto Santana, quien con responsabilidad y valentía, acusó al administrador de cargarse cada semana siete millones de pesos y ha sido enfático al denunciar que el narcotráfico y las mafias, controlan a sus anchas el centro penitenciario. El otrora fogoso dirigente estudiantil y asesor en tema carcelario revela que una mafia interna controla todo. Los negocios que operan, las llamadas telefónicas, el funcionamiento de las cámaras de vigilancia, en fin, todo lo que ahí dentro acontece. Y ha de suponerse que lo denunciado solo es posible por la complicidad y beneficios que recibe gente del gobierno ahí dentro. Se anunciaron investigaciones, aplicaciones de correcciones, ¡pero todo quedó en el vacío!. De manera que el presidente debe incluir en su estrategia de reforzamiento de la lucha contra la corrupción, esa asqueaste vergüenza.
