Buenos días. Otra vez el país es impactado por un accidente de tránsito que dejó un saldo de once muertos y más de 40 heridos en Azua. La fatídica tragedia reafirma a estos eventos como una epidemia azarosa que arrastra lamentables secuelas de muertes, lesiones permanentes y temporales, pero que sobretodo pone al desnudo la incapacidad de Estado y sociedad para superar el mal. A pesar de saber que repitiendo siempre lo mismo no se progresa, persistimos con inventos y paliativos de los que solo es posible exhibir el desprestigio de ser el número uno en el mundo en esta para nada orgullosa materia. Más de tres mil personas mueren en República Dominicana y unos cien mil resultan heridas, lo que no solo representa pérdidas humanas, sino cuantiosos gastos que superan los 200 mil millones de pesos al año, equivalentes a más del dos por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). Será que seguiremos demostrando incapacidad para convencer al conductor de manejar con prudencia en las zonas urbanas y de alto riesgo. Para enseñarle a respetar la distancia entre los vehículos que circulan delante o atrás. A evitar el consumo de alcohol mientras conduce, por igual el uso del celular, así como a observar reglas mínimas de seguridad como chequear las condiciones de los neumáticos, frenos y aire. Definitivamente no queda otro remedio que asimilar el fracaso y partir de cero hacia nuevas formas de enfrentar esta vergüenza.
