Buenos días. Si bien reconforta la llegada de los primeros 400 efectivos policiales a Haití procedente de Kenia, no hay que olvidar que, debido a la complejidad de los problemas de miseria, hambre, inseguridad, violencia armada, desplazamiento forzado de miles de familias y la carencia de servicios esenciales para la población, la empobrecida nación requerirá de mucho más para superar su agonizante situación y resurgir como un verdadero Estado. Independientemente de la buena voluntad de los recién llegados soldados, al margen de la colaboración responsable de la comunidad internacional, sin un compromiso serio y sostenido que facilite la reorganización económica y política de Haití, que haga viable un sistema capaz de dar respuestas a los grandes desafíos por delante, entonces todo quedará en una repetición de esquemas que no resolvieron nada. Los haitianos son presa de bandas criminales armadas financiadas por sectores internos, que hasta hoy controlan el 80% del territorio y han provocado más de 5 mil muertes, sobreviven en pleno siglo 21 en medio de precariedades inauditas y no cuentan con instituciones que les representen y defiendan. De ahí que se requerirá mucho más que la presencia de militares para crear un Haití estable, humano, vivible y enfocado en soluciones internas estructurales, de corto, mediano y largo plazo, que proporcionen bienestar a su sufrido pueblo.
