Buenos días. Son muchas las tareas pendientes que acumula el modelo democrático dominicano para salir de lastres sobrellevados por décadas, cuyas consecuencias padecen las grandes mayorías. Enumerar cada uno resultaría agotador por la diversidad y complejidad de los mismos, de modo que en esta oportunidad solo haremos referencia a la calidad de la educación. Ese es el principal pilar, el punto de partida para empujar hacia el desarrollo, hacia el bienestar colectivo porque, como se ha afirmado tantas veces, una sociedad con precarios niveles de educación está condenada a vivir entre limitaciones de todo género. Aunque para algunos resulte molestoso hay que admitir que la escuela dominicana está en crisis. Que el modelo educativo se agotó y que esa es precisamente la razón por la que su rendimiento, su avance, sus resultados, dejan mucho que desear. El paso del tiempo ha demostrado que los males del sistema educativo van mucho más allá de las carencias económicas. Y las pruebas están a la vista de todo! Bajo enormes sacrificios, el contribuyente entrega al sistema cerca de 300 mil millones de pesos, que es el monto estipulado para este 2024, pero más de una década después, arrastramos los mismos resultados. El escaso rendimiento y la permanencia de los bajos estándares indican que es urgente articular un nuevo modelo que deje como legado la nueva escuela que demandan estos tiempos.
