Razonando
Por Alejandro Espinal
Ya pasó por parte del territorio dominicano, principalmente por la región sur, el poderoso huracán Beryl con mucha agua. Dicen que esta paga sus daños.
Aparentemente todo ha pasado y ya no hay peligro por los vientos, oleajes y los ríos desbordados; sin embargo, sus secuelas comenzarán a verse en los próximos días.
La cantidad de agua caída abasteció las presas, pero esas mismas aguas que tanto esperamos para almacenarlas en los embalse para surtir los acueductos, las hidroeléctricas y la agricultura, son las mismas que nos producirán epidemias de dengue, leptospirosis y cólera.
Si no tuvimos pérdidas de vidas humanas que lamentar, mejor todavía.
El gran trabajo de las autoridades ahora es ayudar a mitigar en la población los efectos dejados por dicho fenómeno atmosférico.
Todos debemos colaborar para la recuperación. Naturalmente, sobre el gobierno pesan las soluciones de rehabilitar puentes, carreteras, predios agrícolas y otras infraestructuras colapsadas, así como ayudar a los damnificados.
Hay que llevar comida, agua potable, colchones y ropa a los afectados.
Por último, imponer un cordón epidemiológico para evitar los casos de salud ya mencionados más arriba.
Recordar que la temporada ciclónica termina el 30 de septiembre, lo que significa que todavía el peligro nos acecha y que no debemos derrochar los recursos.
