Buenos días. Se ha hecho habitual que la casi generalidad de las producciones cinematográficas y de otros contenidos para diferentes plataformas, presenten escenas con dos elementos básicos: las relaciones amorosas entre personas de un mismo sexo y la inhalación en primer plano de líneas de cocaína. No creo que la modalidad sea casual o inocente, ni que tampoco los elementos citados estén desvinculados uno del otro, por el contrario, su persistencia obedece a la intención marcada de provocar, de inculcar hábitos y conductas interesadas en la población. Por hoy solo me detendré en el detalle de las escenas amorosas entre personas de un mismo sexo . El uso del cine y otras plataformas de comunicación de masas para imponer como aceptable y normal que dos hombres o dos mujeres tengan sexo, obedece a una agenda muy específica que impulsan agencias norteamericanas. Es el más reciente recurso al que apelan tras el fracaso de todas las fórmulas anteriores, que perseguían el control de la natalidad para, en lo fundamental, frenar que los pobres sigan pariendo. Aunque pudiera haber resistencia, luce que la homosexualidad terminará imponiéndose en todas las culturas, bajo el pretexto del supuesto derecho de cada quien a decidir su orientación y preferencia sexual. Para lograr los objetivos, el uso del cine, las redes sociales, la televisión, las aulas, y otras plataformas digitales, son las armas de mayor conveniencia. En países como el nuestro, por ejemplo, se libra una fuerte batalla, todavía discreta y por lo bajo, para imponer la agenda homosexual. De hecho, ya algunos centros educativos la incluyen como enseñanza y adiestran en esa dirección a niños de cinco y seis años en adelante. Observelo usted mismo!
