Buenos días. Es una irreverencia imprudente que a un legado cultural e histórico como la Alianza Cibaeña, segunda biblioteca pública establecida en el país 40 años después de proclamada la Independencia Nacional, se le condene a sobrevivir entre sobresaltos y crisis cíclicas, que tienen su origen en la irresponsabilidad de un Estado sin políticas coherentes que dicten su compromiso en cuanto a proteger tan digno espacio del conocimiento. Mientras el Ministerio de Cultura considera una carga molestosa asegurar a tres empleados que a duras penas alcanzaban para atender la cartera de servicios que ofrece a la sociedad la Alianza Cibaeña, que a pesar de solo recibir 10 mil pesos mensuales fueron despedidos, se revela que esa dependencia estatal gasta en “asesores” millones de pesos por mes. Al parecer NO se tiene claro que ese prestante patrimonio cultural del país, fundado por Eugenio Deschamps el 22 de agosto de 1884, es un santuario cultural que sirve de escenario al quehacer literario en sus diferentes manifestaciones, un refugio del conocimiento en movimiento constante, la casa de centenares de libros al servicio de estudiantes menos pudientes, el lugar donde por vez primera autores presentan sus libros y donde la historia toma el rostro permanente del presente. ¡Por eso es una indignante vergüenza que por ignorancia o falta de compromiso, se le condene a sucumbir!
