Buenos días. El Tribunal Superior Administrativo dispuso mediante sentencia incluir como materia en el currículo escolar la enseñanza de la Constitución, la Moral y Cívica, Medio Ambiente y Tránsito Terrestre, con la misma categoría como figuran la Lengua Española, Matemáticas y Ciencias Naturales. La interesante disposición ha sido cuestionada por el ministro de educación Ángel Hernández, aunque goza del apoyo y aceptación de otros sectores de la vida nacional. Es la propia Carta Magna del país quien dispone en su artículo 63, numeral 13, la enseñanza de lo indicado, pero el funcionario lo ve innecesario por considerar que, de forma transversal, se imparten conocimientos al respecto en las aulas. Y tajantemente atribuye la disposición “al poco conocimiento que tienen los jueces sobre diseño curricular”, anunciando a la vez que su Ministerio apelará la sentencia en cuestión. Independientemente de la postura de Ángel Hernández, la sociedad debe hacerse sentir y exigir el respeto de esa sentencia, por la razón de que ella es víctima de las consecuencias derivadas del desbarajuste reinante en las áreas recomendadas para la enseñanza en las aulas. Si damos penas con lo que pasa en materia de tránsito terrestre por sus secuelas, no es menos lo que ocurre con el desconocimiento generalizado acerca de nuestra Constitución, una debilidad que niega a los ciudadanos el conocimientio oportuno para saber y exigir sus derechos. Igual sucede con el medio ambiente y, tal vez lo peor, con lo referente a la moral cívica, con el comportamiento adecuado de una sociedad hoy atormentada, vapuleada, invadida e influenciada por la negación de valores, atrapa por falsos e interesados paradigmas de consumo, que la convierten en una soberana porquería. Pero al parecer es lo que al ministro de Educación le interesa y conviene que siga prevaleciendo.
