Razonando

Alejandro Espinal
Por Alejandro Espinal
No se puede decir que nada se ha hecho, pero falta mucho por hacer para enfrentar los fenómenos naturales como los ciclones y terremotos.
Con el cambio climático, estamos expuestos a muchas situaciones de peligro por cualquier fenómeno como repentinas lluvias, tormentas y ciclones.
Existe una temporada ciclónica que abarca desde el primero de septiembre hasta el 30 de noviembre.
El gasto de dinero cada año es grande para cubrir los daños que dejan los indicados fenómenos atmosféricos.
El presidente Luis Abinader acaba de informar que los fondos a desembolsar en reparación de infraestructuras y ayudas humanitarias están por 5 mil cien millones de pesos dados los daños causados por la reciente tormenta Franklin.
El otro fenómeno de la naturaleza que lo tenemos como espada de Democles es el terremoto.
Estamos en el mismo trayecto de los ciclones y en la falla tectónica conocida como La Septentrional. Además de otras fallas en toda la isla La Española, que pueden producir un terremoto 8 o 9 grados de magnitud, lo que dejaría una gran cantidad de muertes de vidas humanas, de animales domésticos y de crianzas. Así como en bienes materiales serían incalculables.
Sin embargo, vivimos de espalda a esta dura realidad.
En cuanto a las tormentas, depresiones, vaguadas y ciclones hemos avanzado algo con la creación en el 2001 del Centro de Opereciones de Emergencia (COE), ya que aglutina en un solo mando todas las acciones para prevenir y mitigar los daños de estos fenómenos climáticos, los cuales, por cierto avisan, no así los terremotos.
Las tareas incumplidas para enfrentar los fenómenos atmosféricos son varias, el desagüe pluvial en casi todas las ciudades del país, la canalización de cañadas. Así como el impedimento de construcción de viviendas en sitios vulnerables, en otras medidas como el soterrado de cables eléctricos.
Hay que trabajar duro para eliminar la práctica de lanzar basura a los ríos, cañadas y arroyos.
Claro que hay que lanzar un programa gubernamental de viviendas económicas para alojar a los que sean desalojados de los sitios vulnerables.
La Nueva Barquita es un buen ejemplo.
La otra y más peligrosa tarea es la prevenir los daños causados por un terremoto, ya que este no avisan como las tormentas y ciclones.
En caso de un eventual terremoto como el de Haití en el 2010, el cual fue 7.3 grados, las víctimas serán por millarres debido a la gran cantidad de construcciones sin autorización, las cuales no cumplen con los estándares establecidos para poder enfrentar un sismo de gran magnitud.
La Tarea es tediosa, pero deben nombrarse comisiones de ingenieros estructeralistas para revisar todas las edificaciones. Así como supervisar las nuevas edificaciones.
Reforzar las que lo necesiten.Las que no califiquen demolerlas.
Esto llevará muchos años de trabajo. Es posible que se lleve varios períodos de gobierno.
Tendrá un alto costo monetario, pero salvará vidas y bienes.
El día menos pensado nos puede llegar un visitante indeseado que termine con todo.
Prevenir para no tener que remediar.
Haciendo la tarea pasaremos el examen.
No soy ave de mal agüero ni pitonisa, estoy advirtiendo la realidad que tenemos debajo del subsuelo. Si no pregúntenlen a los ingenieros-geologos Osiri de León y Octavio López, de reconocidos por su capacidad en la metería.
Ojalá nunca suceda, pero es mejor que digan «»desarmense» que «armense».