El caso del periodista que tras 40 años de ejercicio vive hoy enfermo y rodeado de críticas precariedades en el municipio de Pedro Brand, forma parte de la lista que en abril de este año sometiera el Instituto de Previsión y Protección del Periodista (IPPP) al gobierno en busca de que sea pensionado.
Tanto Juan Modesto Rodríguez como decenas de otros periodistas también fueron presentados a las autoridades en una tradicional lista que suele entregar el IPPP entre finales de marzo y comienzo de abril de cada año.
En los últimos años y generalmente en el mes de abril el gobierno suele emitir un decreto dando a conocer la relación de periodistas que son pensionados entendiendo a situaciones y necesidades puntuales.
A pesar de los ingentes esfuerzos desplegados por el actual presidente del IPPP y aspirante a la presidencia del CDP, Juan Carlos Bisonó, aun no se concreta la esperada decisión de las autoridades.
Aunque el IPPP carece de recursos para atender satisfactoriamente tanto el caso de Juan Modesto Rodríguez como de otros muchos colegas que atraviesan por situaciones difíciles, Juan Carlos Bisonó mantiene una cercana relación con este, la que públicamente a reconocido el citado comunicador.
Su caso es considerado como el retrato de lo injusto, el cuadro desgarrador de quien sirviera por 40 años ininterrumpidos en varios diarios del país, pero que al final de la jornada, al final de una vida de apenas 64 años, solo queda para exhibir el lastre de la pobreza, el fardo de las frustraciones e impotencia, el dolor implacable de una enfermedad degenerativa que desafiante marca los días a partir de los cuales ya no podrá valerse por sí mismo.
Sobrevive en un humilde cuarto en el municipio de Pedro Brand, Distrito Nacional, entre calamidades, estrecheces, pero sin perder la pasión por el trabajo que confiesa realizó apegado a valores éticos y de compromiso social, que a propósito no valen una guayaba podrida en la deshumanizante y descompuesta sociedad moderna.
Al parecer, a ninguno de los que sirvió le importa hoy que, por ser un excluido social y económico, pierda la batalla contra una “artritis reumatoide degenerativa”, que progresivamente destruye sus articulaciones, deforma sus músculos y nervios, su locomoción, pero que su pobreza le impide enfrentar por lo costoso de los tratamientos y medicinas. Lo único que Juan Modesto Rodríguez no ha perdido y que cada día le sirve como aliciente para desafiar sus limitaciones, es el sueño de seguir haciendo periodismo.
Mientras, la realidad se multiplica, aunque con expresiones y nombres distintos, porque son decenas los periodistas postrados, desvalidos, carentes de asistencia oportuna, servidores consagrados que arribaron sin ninguna protección al final de su ejercicio y de la vida, y que hoy son cargas familiares o tan solo desechos a quienes la sociedad no le reconoce al más ínfimo mérito. Tan simple y tan cruel.