Insistiendo con Haití…
Vamos a dejar esto bien, pero bien clarito. No es que seamos presa de paranoia alguna respecto a la peligrosa inestabilidad política de Haití. ¡Claro que NO! Tampoco que sintamos ruidos en las tripas por la debacle generalizada que exhibe el vecino país, ¡Pero tampoco hay que chuparse el dedo, ni seguir dormidos en los laureles! Quiérase admitir o no, Haití es una bomba de tiempo, ¡Una amenaza latente y permanente!
Es guarida de bandas criminales armadas donde no hay mínimas garantías para el funcionamiento de un clima político-democrático confiable y estable. Esa cruda y fatídica realidad obliga a los dominicanos a estar alerta ¡Sin que tengamos que volvernos locos! Claro, solo tener presente que, además de lo expuesto, persisten viejos planes foráneos que ven como única salida la fusión de la isla. ¡Por Dios! Haití ha parido 20 gobiernos en los últimos 35 años, es presa de gorilas que niegan el derecho a la salud, la alimentación, la educación, viviendas, al bienestar en sentido general, a más de once millones de infortunados. Haití es más que un Estado fallido, es el retrato de la ignominia en pleno siglo XX1; un terruño con apenas un 2 por ciento de cobertura boscosa y con el 98 por ciento de sus tierras sin vocación agrícola. Haití, lamentablemente, es un fracaso consumado, una realidad de la que pende nuestra supervivencia. ¡Por eso estar alerta no debe confundirse con ser pendejos!
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Pajaritos sin el piquito…
¡No es porque sea viernes de brujería! Pero, aquí entre nos, hay una situación con el medio ambiente del país que cada día que pasa, se pone color hormiga. Ocurre que mientras nos pitan pajaritos con rimbombantes discursos mediáticos, como si fuera una mamila que nos calma y adormece, brotan cadenas de situaciones que develan un preocupante panorama que pone en amenaza la preservación de nuestros ríos, ecosistemas, montañas, arroyos, bosques, en fin, el medio ambiente en general. Por un lado, respetadas instituciones ambientalistas han advertido acerca de que el Sistema Nacional de Áreas Protegidas está pasando por uno de los momentos más críticos de su historia, ante lo que alegan solo se aplican “soluciones cosméticas”, y hace unos días varias organizaciones que trabajan por la protección del medio ambiente presentaron un dramático informe que revela cómo la contaminación térmica, del aire, el ruido y la vibración de las dos barcazas de generación eléctrica propiedad de Seaboard Transcontinental, ¡increíble, ubicadas sobre el río Ozama!, afectan gravemente la salud de los moradores de la zona y el medio ambiente. Y como para remachar el clavo, precisamente hoy el ambientalista Luis Carvajal denuncia la existencia de unos mil hornos activos para fabricar carbón en el Parque Nacional Francisco Alberto Caamaño. ¡Dios, mil hornos activos y Medio Ambiente no los ve! A lo que se suman los cortes continuos de guayacán y otros árboles. O sea, ¡frente a las narices de la autoridad competente se conspira de manera aviesa contra esa importante reserva natural! Esos tres escenarios, quien sabe si se suman decenas más, dejan en evidencia que cualquiera puede pintar pajaritos, pero lo difícil es que les pongan el piquito y que canten…
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Denuncia en el aire
¿Pero bueno tío, y en qué paró la denuncia aquella que hiciera el otrora fogoso dirigente estudiantil Roberto Santana, ahora experto y asesor en temas carcelarios, acerca de la peste corrupta que controla a sus anchas la cárcel de La Victoria? ¡Parece solo fueron solo palabras que el viento se llevó! Yo recuerdo clarito que acusó al administrador de cargarse cada semana la friolera de 7 millones de pesos ¡No me digan que ya se les olvidó! Sí, siete milloncitos aportados, según Roberto, por el narcotráfico y las mafias que controlan el centro penitenciario. Parece que doña Miriam no ha tenido tiempo de mirar para allá, tampoco Meneíto que gusta tanto de darle a la boquita cuando se trata de acusar de ladrones, siempre blandiendo papeles, preferiblemente a ex funcionarios. La mafia interna controla los negocios que operan ahí, las llamadas telefónicas ¡Y hasta las 89 cámaras de vigilancia interna! ¿Y será que nos creen tan boludos como para no entender que ese negociazo sigue como Juancito el caminador, porque moja la mano de muchos, y no solo adentro? ¡Y yo comiendo batata con lengua!
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Y terminamos
DeciMiando…
Hay malos dominicanos
que dizque son defensores
de los vecinos haitianos
Pero solo son vividores.
